ESCRIBIR EN MEDELLÍN. LOS CUENTOS EN LA CIUDAD DE HOY
¿CUÁLES SON LOS CUENTOS DE LA CIUDAD DE HOY?
Por Gustavo Gómez Vélez
"A partir de los años sesenta, los colombianos tomamos la palabra, y esa es y sigue siendo la forma favorita de hoy, en tiempos aún más terribles que los de antaño. Escribimos desde todas las esquinas y desde todos los centros, giramos en torno a varios ejes porque no hay un solo eje”. “Una lectura atenta de la narrativa escrita entre estas fronteras nos muestra que no se puede hablar de una especificidad nacional literaria, sino de un ejercicio apasionado en conexión con temas universales como el amor, la traición, la muerte y el viaje…Reivindicar razas, naciones, banderas, propugnar por limpiezas etnicas, cerrar fronteras, es cada vez más difícil. Los latinoamericanos dehoy podemos escribir sobre New York, París, México o Groenlandia con la misma intensidad con que escribimos sobre nuestros orígenes o nuestras fantasías de infancia y adolescencia. Es válido contar desde distintas formas: hoy se puede ser erótico, pornográfico, policíaco, urbano, escatológico, místico, homosexual, zoófito, podemos contar la vida íntima en la sociedad de los apartamentos o viajar hacia siglos pasados”. Eduardo García Aguilar En Veinte asedios al amor y a la muerte, ministerio de cultura, 1998 “Si algo ha caracterizado a los antioqueños es su sentido de pertenencia. Los ancestros, las tradiciones, las convicciones, la religiosidad, la vida familiar y cotidiana. En ellos se destacan la voz, el tono, la fuerza de ciertas consonantes, ese sonido sibilante que se encadena al humor y a la sentencia en la música de las palabras que resuena entre el chiste, el consejo o la cantaleta…En 1995 Mario Jursich y Patricia Londoño reconocieron a los antioqueños como grandes lectores y como quienes más interés han demostrado en contar la historia de sus propias vidas. Al seleccionar cualquier texto de uno de sus autores saltan a la vista el color local, la entonación, el nombre de unos lugares, de unas calles, de unos patios, de unas plantas, el entorno familiar, el paisaje, es decir, lo entrañable…Entre el diario vivir y las situaciones inesperadas Medellín transcurre, así como la palabra culta y el lenguaje corriente, cuyo ritmo es habla sibilante que vocean los vendedores y los conversadores, siempre a tono con una antigua lengua armoniosa. (pag 18 y 19). Luz Mary Giraldo, Del libro Una Ciudad partida por un río, planeta.
Me parece necesario considerar el arte de narrar como una fuente primigenia de la cual se derivan otros géneros, o como lo explica Hanlet al decirnos que las leyes fundamentales de la narración son la unidad y el movimiento. Que esa unidad narrativa se consigue con el punto de vista, o sea el centro de interés de las ideas y de los hechos que se narran. Pero ese centro no debe ser una cosa quieta, fija, sino “algo que se mueve, que camina, que se desarrolla y transforma”. Además ese moverse debe estar regulado por un interés. Y qué decimos cuando hablamos de interés en una narración corta (cuento), es que despertemos la curiosidad, y para despertar la curiosidad de un lector atento; que ha leído habitualmente, es preciso que haya novedad en lo narrado. Esto para preguntarme de dónde salen los cuentos de la ciudad de hoy, ¿del sombrero del mago, quizá? Y quiero aclarar que no debemos hablar del cuento como exclusivamente del género literario cuento, sino de literatura narrativa, del cuento de la novela, del cuento de los cronistas, del cuento de los poetas, del cuento del cuento de hoy. Entonces de dónde extraemos los escritores las historias, qué es lo que nos “trama” tanto para dicidirse a desarrollar un tema, porqué el tema, ¿acaso todo no es tema? Es tema peinarse o es tema despeinarse o tirarse de los cabellos. ¿Amor, vida, muerte, o desamor? Claro, dirán ustedes, esos temas son recurrentes a lo largo de la historia de la literatura y aún lo son, y es aquí cuando vuelvo a aquello del interés y la novedad narrativa. Primero qué es lo que interesa al escritor de hoy para montarse en la película de crear una historia que a él mismo lo atrape desde el comienzo y que esa historia sea creíble. ¿Le interesa cómo hacen el amor los ancianos o cómo se hace el sesenta y nueve (69) en la tercera edad? O, ¿cuáles son las correspondencias de los pelaos tragados hasta las medias? Qué medio usan para comunicarse sus deseos, o nos estamos interesando en la noticia inmediata: el corrupto del momento, los capos, los paras, el desmovilizado, la top model prepago, con el agravante de pensar en que “eso es lo que le gusta al lector”. Sí, eso le puede gustar al lector, y de hecho le gusta que le hablen de lo que ocurre en el momento, pero, ¿eso no corresponde más a los reporteros de los medios? Y el escritor, aunque sea cronista de su tiempo, es creador, debe ser transformador de esas realidades para mostrarnos la realidad literaria que él inventa. E ahí lo que llamamos su novedad narrativa. ¿Qué es lo que hace que un escritor se diferencie de los demás? Por supuesto que la manera, el modo, el cómo nos cuenta, narra, novelea— no confundir con novelerea, término muy medellinense de que somos noveleros por tradición—sino cuando diferenciamos su poética, su modus narrandi. No es lo mismo leer un texto de Darío Ruiz Gómez, que de un Faciolince. Un Pablo Montoya a un Jorge Franco, desde el punto de vista de la voz narrativa, cada autor se diferencia y lo reconocemos por su estilo, su tono particular para llevarnos por cada frase, cada página. Si los Nadaistas nos mostraron que se podía escribir desde dentro de uno mismo, el interior de un yo literario, desde una Medellín en crecimiento y conflictiva, a más de acartonada en aquellos momentos de los sesentas, diría que los escritores contemporáneos tenemos un mundo abierto, una literatura global desde la cual podemos y debemos decir desde diversos puntos de la palabra. Cuentos de violencias, cuentos de la agitada vida urbana, del solitario que vaga por las calles, del pesimista en medio de los edificios, cuentos computarizados. Nuevas generaciones de escritores están expuestas a las nuevas tecnologías para aprovecharlas y contar nuevas virtualidades. Porque, ¿no es acaso el mundo de la realidad virtual, entendida como tal, en el que el joven escritor de ahora se alimenta todo el tiempo? Es ese quizá, su material narrativo. Los chats, los blogs, la tv, las fiestas electrónicas con un solo disjokey por grupo musical, la influencia de la farándula enquistada en los noticieros, los chismes pueriles de los famosos, los está bombardeando todo el día. Si algunos escritores, no tan jóvenes pero bastante contemporáneos, como Octavio Escobar Giraldo muestran en sus relatos a personajes del cine universal, aún los pelaos escritores de hoy con mayor razón están inmersos en ese mundo de los íconos de la pantalla, y digo pantalla de ordenador, pues ni la tele es necesaria ya en una habitación de un simétrico apartamento medellinense. Si hace diez años hablábamos en las ferias del libro sobre la Sicaresca antioqueña como un fenómeno literario nacional, hoy tendríamos que retomar originalidades que quedaron palpitando bajo esa moda que apagó las otras historias esenciales de los hombres y mujeres de la ciudad. Es un reto para quien desee contar y contarlo con responsabilidad. Un poco de ética del narrador nos está haciendo falta, y conste que no pertenezco al purismo literario de esta ciudad. Sólo veo bastante riesgoso pretender ser un escritor novedoso apoyando sus cimientes en lo que es “coyuntural”, momentáneo y porque vende.
II. El Interés del Lector Virtual de Hoy
Los que aprendimos a leer con un libro de papel, es decir los lectores nostálgicos, podemos renegar porque no me gusta el computador, porque no quiero aprender a usarlo, porque le tengo fobia como al inglés, que eso de leer en pantalla es muy mamón, que la estática me saca energías si me quedo mucho rato pegado al ratón, en fin. La realidad es que el lector de hoy es virtual porque desde chico nació viendo computadores en la casa, en el colegio, en el café internet de la esquina y no hay modo de obligarle a que coja la María y se siente en un sofá a leer al ruido de los pajaritos. Ni de fundas. Si algún artista de esta ciudad ha asumido esa realidad virtual y la ha venido empleando acertadamente — sin entrar en gustos refinados—, son los cineastas, quienes también podrían haberse quedado mirando con nostalgia el viejo celuloide, y repitiendo la película de Tornatore “Cinema Paraíso” con sus nietos. No sólo han venido utilizando para el arte cinematográfico las nuevas tecnologías, sino que se han atrevido a contar las historias urbanas de hoy. Los escritores hemos venido discutiendo de la desaparición inminente o no del libro de papel durante más de una década, y renegando de que los pelaos no nos leen, mientras ellos se la pasan buscándonos en las páginas de internet, y no nos encuentran. Los que leen de un libro de papel pues que nos lean allí, pero que también que nos encuentren en los blogs, que hallen nuestros cuentos y novelas en las páginas virtuales de las editoriales. No hay que temer, si un texto es bueno es bueno en cualquier formato que lo presentes.
Gracias
Septiembre 29 de 2008 Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín Jardín Botánico
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